Patrimonio cultural Casas Bajas

Casas Bajas: un legado cultural entre tradición, arquitectura popular y paisaje protegido

Entre sus tesoros destacan la Iglesia Parroquial del Salvador, un templo neoclásico del siglo XIX levantado sobre una antigua ermita; el Molino de Agua, datado en 1828, restaurado como museo y sala de exposiciones junto al río Turia; el Lavadero de la Fuente Vieja, ejemplo de arquitectura vernácula rural restaurado en 2009; y la Barraca Grande del Pinar, construida en piedra seca y representativa de los refugios pastoriles tradicionales. Además, el municipio forma parte de la Reserva de la Biosfera Alto Túria declarada por la UNESCO —vinculando así patrimonio cultural y natural— y conserva una arquitectura popular con callejuelas empedradas y viviendas tradicionales integradas en el entorno natural.
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Arquitectura civil: Testimonios de la Historia de Casas Bajas

Casas Bajas sorprende por su arquitectura popular, sencilla y llena de vida. El antiguo molino harinero, el lavadero  y la emblemática Barraca Grande nos hablan de una época donde cada piedra tenía un propósito y cada espacio, una historia. Un paseo por sus calles es un viaje al pasado rural de Casas Bajas, donde la tradición aún se respira en cada rincón.

Molino del agua

Este molino del siglo XVIII es un testimonio de la arquitectura preindustrial de la comarca. Actualmente, ha sido restaurado y convertido en museo y sala de exposiciones, preservando su maquinaria original y ofreciendo una visión de las técnicas tradicionales de molienda.

Hasta fechas bien recientes los molinos constituyeron una industria de transformación fundamental para la economía. En ellos tenía lugar la tarea de convertir el grano en harina, producto apto tanto para el consumo humano como el animal. Por la documentación histórica existente se sabe que hasta finales del siglo XVI existía un solo molino en el término de Ademuz, el Molino Real, cuyo origen se remonta como mínimo a finales del siglo XIII y desde entonces administrado por los funcionarios reales. Un privilegio real mandaba que todo el grano que se moliese en el término se hiciese en este molino. A finales del siglo XVI el Molino de la Villa se mostraba obsoleto para dar servicio a una población en constante aumento, por ello, en 1593 se obtuvo la licencia para construir un nuevo molino y un horno de pan en Vallanca. Hacia 1595 este nuevo Molino Real de Vallanca entró en funcionamiento, como lo atestigua el escudo real cuatribarrado que ostentaba en sus muros exteriores. Pero Vallanca contó antaño con varios molinos, no solo el Real. Uno de ellos es precisamente, el de la Tosca, que quizá deba su nombre a la piedra tosca, muy abundante en la zona y utilizada para la construcción del edificio. Estuvo en funcionamiento hasta principios de los años 80 del siglo XX y el último molinero que trabajó aquí fue Evaristo Rodríguez Férriz junto con su mujer Adelina Sánchez Millán. En el exterior, junto al edificio, aún se puede ver la balsa donde se almacenaba el agua.

Museos:

Lavadero de la Fuente Vieja

El Lavadero de la Fuente Vieja de Casas Bajas constituye un estupendo ejemplo de lo que fueron los lavaderos públicos del Rincón de Ademuz en otro tiempo.  Su restauración ha respetado la idiosincrasia constructiva de la zona, permitiéndonos contemplar cómo fueron estos espacios comunes en otro tiempo, vinculados a la arquitectura del agua y a las mujeres.

En 1593 dos de sus vecinos promovieron la construcción de un molino en Vallanca, pero la iniciativa particular no se consumó ya que la villa de Ademuz alegó los fueros antiguos para el establecimiento de molinos y hornos en su Término General, otorgados por el rey Jaime II en 1313. Dado el crecimiento que Vallanca había experimentado, y acabado el proceso judicial, el molino finalmente fue construido a partir de 1595, pero a iniciativa de la municipalidad de Ademuz.

Así fue la forma en la que se gestionó y arrendó hasta el 14 de abril de 1695, fecha en que Vallanca se emancipó de Ademuz, por privilegio de Carlos II, asumiendo desde entonces la propiedad de los edificios públicos que le fueron adjudicados en el proceso de segregación, entre ellos el Molino de la Villa.

Con las desamortizaciones de bienes del común en el siglo XIX, el Molino de la Villa de Vallanca pasó a manos particulares en la segunda mitad de esa centuria y así ha permanecido hasta la actualidad. No obstante, dejó de estar activo a mediados del siglo XX, y desde entonces su deterioro ha ido en aumento paulatinamente, agravándose en los últimos años.

Visitas guiadas:

Arte de la Piedra en Seco

Declarado Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, este método constructivo tradicional se encuentra presente en diversas estructuras de la localidad, como muros y barracas, evidenciando técnicas ancestrales de construcción sin el uso de mortero.

Un ejemplo monumental de arquitectura en piedra en seco es la “Barraca Grande del Pinar”. Levantada a principios del siglo XX, la barraca sirvió como espacio de resguardo para personas trabajadoras del campo y pastoreo y es uno de los ejemplares de mayores dimensiones de la comarca. 

Museos:

Yacimiento Íbero de la Molatilla

la casa-torre de La Molatilla constituye un testimonio relevante de la ocupación íbera en el interior peninsular, destacando por su enclave estratégico, arquitectura monumental y valor cultural en un territorio fronterizo entre diferentes culturas prerromanas.

La Molatilla es una casa-torre íbera excavada en la partida homónima, en Casas Bajas y uno de los tres yacimientos iberos explorados en la comarca (junto a La Celadilla en Ademuz y la necrópolis de La Nava en Castielfabib).

Accesibilidad: Se accede desde Casas Bajas por el Camino del Carvo, cruzando zonas de pinar y monte hasta llegar al yacimiento. 

 

 

Senderos locales:

Barraca de Josezón

En cuanto a las edificaciones en el ámbito rural del secano Vallanquero destaca la Barraca de Josezón, una notable construcción de piedra seca, paradigma de las existentes en diversos puntos del Rincón de Ademuz

Dichos edificios entroncan con las construcciones protohistóricas y de tradición celta, y fueron erigidas como refugio de agricultores y pastores en distintos momentos históricos de la expansión ganadero-forestal y agrícola de la comarca.

Ruta Cultural:

Casa Pósito

Antiguo almacén municipal de granos, es un edificio que data de mediados del siglo XVIII. Actualmente acoge la agencia de lectura municipal.

Rutas culturales:

Arquitectura Religiosa: Espiritualidad e Historia

Casas Bajas conserva un sobrio legado de arquitectura religiosa que refleja la espiritualidad y tradición de este municipio.

Iglesia parroquial del Salvador

La iglesia parroquial del Salvador fue construida a comienzos del siglo XIX, aunque el templo fue originariamente erigido como parroquia en 1745, bajo advocación de la Transfiguración del Señor, separándose de la jurisdicción eclesiástica de Ademuz.  La torre campanario , añadida en 1857 gracias a las aportaciones de la gente del pueblo se ha convertido en uno de los símbolos del municipio. El templo  actual, de una sola nave y estilo neoclásico, destaca por su estructura sólida y sobria, y por conservar elementos de gran valor histórico como el altar mayor, procedente del antiguo convento de San Guillermo de Castielfabib. 

No obstante, el templo parroquial que hoy podemos contemplar, que vino a sustituir al antiguo, tomó su aspecto definitivo al final del siglo XVII. Se trata de un edificio barroco que posee planta longitudinal, con ancha nave central y seis capillas laterales comunicadas entre sí. De su interior lo más destacable es la utilización de la decoración en esgrafiado, cuyos motivos son característicos de la última década del siglo XVII y están realizados en blanco sobre fondo negro. Aunque presentes en otros templos comarcales los esgrafiados de la iglesia parroquial de Vallanca se desarrollan con especial amplitud y perfección y son, sin duda, los mejor conservados en aquel ámbito local.

Rutas culturales:

Fiestas y tradiciones de Casas Bajas

El patrimonio inmaterial de Casas Bajas es un tesoro vivo que refleja la identidad cultural de sus habitantes a través de celebraciones y manifestaciones artísticas únicas.

Hogueras de San Antón

Fiesta de Interés Turístico Provincial de la Comunidad Valenciana

En Casas Bajas, cuando enero aún amenaza con su gélido aliento, el fuego y la tradición se encargan de ponerle calor al alma. Y es que aquí, cada 16 y 17 de enero, se celebra San Antón, patrón de los animales y protagonista de una de las fiestas más queridas, antiguas y animadas de toda la comarca del Rincón de Ademuz.

Aunque el día grande es el 17 de enero, con su procesión y la emotiva bendición de los animales en la plaza, el verdadero espíritu de la fiesta prende la noche anterior, durante la famosa «Noche de las Hogueras». A las 20:00 horas, el volteo de campanas da la señal de salida: las calles se encienden con decenas de hogueras cuidadosamente preparadas por los vecinos.

La fiesta es comunitaria, acogedora y generosa: se comparte el fuego, el vino, el embutido y la alegría con paisanos y forasteros por igual. Nadie se queda sin copa ni sin bocado.

El día 17 arranca con aires solemnes y entrañables. Tras la misa, tiene lugar la procesión de San Antón y la clásica bendición de los animales. Como guinda del pastel, el esperado sorteo del gorrino: antaño criado en comunidad por los vecinos, que se turnaban para alimentarlo durante todo el año, y hoy convertido en símbolo de unión y memoria colectiva.

San Antón en Casas Bajas no es solo una fiesta. Es una ceremonia de fuego y fraternidad, un homenaje a la tierra, a las costumbres de siempre, y a ese arte tan nuestro de celebrar la vida

 

Rutas culturales:

Encuentro de Pita y Caja

Vallanca cuenta, con una rica tradición musical popular, única en la comarca. Los expertos dulzaineros vallanquenses eran reclamados antaño en todas las fiestas del Rincón de Ademuz para animar bailes, solemnizar procesiones e intervenir en cualquier acto festivo.

En el año 2017 nace el Encuentro de Pita y Caja, tras la idea propuesta por un particular al Ayuntamiento y con la colaboración de los Piteros de Negrón, como puesta en valor de nuestra rica tradición musical. Un encuentro con idea de mantenerse en el tiempo, celebrándolo siempre el primer sábado del mes de mayo para desestacionalizar los eventos comarcales, y queriendo ser un referente cultural en Vallanca y en la comarca.