Patrimonio cultural

Casas Altas: Un tesoro de patrimonio cultural y experiencias inolvidables

Castielfabib guarda un rico patrimonio cultural que abarca impresionantes ejemplos de arquitectura civil y religiosa, infraestructuras viarias históricas, valiosos yacimientos arqueológicos y un patrimonio inmaterial profundamente arraigado en sus tradiciones.

Desde la fortaleza medieval que se alza en su núcleo histórico, pasando por las ruinas del convento de San Guillermo, los yacimientos prehistóricos de las Lomas de Abril, hasta las vibrantes celebraciones como la Semana Santa, este destino es una joya que combina historia, autenticidad y un entorno natural privilegiado.

Arquitectura civil: Testimonios de la Historia de Castielfabib

La arquitectura civil de Castielfabib nos transporta a través de los siglos con edificaciones que reflejan su pasado medieval y su evolución histórica. Cada rincón de su conjunto histórico ofrece un vistazo a su rica herencia, desde las casas tradicionales hasta sus monumentales fortificaciones.

Castillo de Castielfabib

Dominando la población desde el Monte de Fabio, el castillo es un vestigio de origen romano que fue ampliado durante la dominación musulmana. Durante la Edad Media, fue una pieza clave en la defensa de la comarca. Hoy en día, sus ruinas evocan la grandeza de su pasado.

Dominan la población, desde el llamado Monte de Fabio, los restos de un castillo cuya cimentación se considera romana. Este castillo de origen romano fue ampliado durante la dominación musulmana, siendo el más importante de la comarca del Rincón durante la Edad Media.

Durante la Primera Guerra Carlista (1833-1840) estuvo en manos  del bando carlista, pero fue dinamitado por las tropas nacionales al tomar la villa. Sus restos arqueológicos fueron excavados por el arqueólogo Juan José Barragán. Fue declarado Bien de Interés Cultural (BIC) por la Generalidad Valenciana.

Casa de la Villa

Ubicada en la plaza principal, este edificio emblemático del siglo XV presenta una logia renacentista en su planta baja y un artesonado de madera decorado en su interior. Actualmente en restauración, sigue siendo un símbolo del esplendor de la villa.

La Casa de la Villa es un edificio del siglo XV-XVI que se corresponde con la tipología de lonja, muy común en toda la Corona de Aragón, con una planta baja diáfana abierta al exterior a través de varios arcos donde se llevaba a cabo el comercio e intercambio de mercancías. En la planta alta se ubica la sala noble donde en época foral se reunían los prohombres de la Villa para debatir y tratar los asuntos que afectaban a la población, impartir justicia, etc. De todo el edificio destacan las pinturas murales (trampantojos) y el artesonado en la planta noble del mismo. Su ubicación como construcción principal en la Plaza de la Villa se justifica una vez la población pierde su función defensiva y se reestructura de un modo diferente, creando un espacio llano y diáfano como centro neurálgico y de poder de Castielfabib, lejos del poder que décadas antes residía en el Castillo.

Molino de la Villa

Situado a orillas del río Ebrón, este molino antiguo se encuentra en un paraje natural de gran belleza, ofreciendo un testimonio de la importancia de la actividad hidráulica en la región.

Historia:

La primera referencia a un molino en el término de Castielfabib es coetánea a la conquista cristiana de este territorio en 1210, cuando el rey Pedro «el Católico» otorgó un privilegio a la orden de San Juan del Hospital para establecer molinos en el término. Este primer molino se construyó y estuvo por unos años bajo control de la Corona, hasta que este servicio junto con los hornos, fueron arrendados a la municipalidad en tiempos de Alfonso «el Liberal», en el año 1288.

Durante el siglo XIV se establecieron más molinos concedidos por los monarcas. De esa época, también hay referencias al molino de la Villa, al cual se le llamaba «molendinum vetus», es decir, molino viejo. En las siguientes centurias, el molino siguió arrendado por el municipio hasta mediados del siglo XIX que con las desamortizaciones, la municipalidad lo vende a manos privadas, pasando desde ese momento por diferentes propietarios, hasta cesar su actividad a mediados del siglo XX.

Descripción:

El molino de la Villa de Castielfabib se encuentra en la margen derecha del río Ebrón, próximo al camino que tradicionalmente se dirigía a Teruel, en el punto donde se halla el puente del Barrioso, en un tramo en el que se inician las hoces del río Ebrón, estando el edificio del molino literalmente colgado sobre éste.

El edificio principal del molino tenía dos alturas además de la cambra, originalmente con cubierta de una sola agua orientada hacia el cauce del río, así como hay que destacar las arcadas de la planta inferior. En él se mezclan materiales antiguos, como la mampostería ordinaria y enlucida, y otros modernos, como los ladrillos y el cemento.

Torres defensivas y restos de la muralla

En el casco urbano del pueblo, entre las casas, podemos encontrar sus fragmentos.

De este recinto se conservan torreones dispersos por el pueblo, reutilizados como viviendas pero conservando rasgos de su anterior uso defensivo.

En algún momento de la historia que no ha podido precisarse se amuralló la villa. De toda la cerca parece que los torreones conservados son tres, además de algunos paños dispersos. Y el llamado Torrejón, situado en el adyacente cerro que domina la villa, se encuentra enfrente del castillo.

Túneles de Castielfabib

Denominados de «La Solana» y de «La Umbría», fueron labrados durante la Dictadura de Primo de Rivera.

Los túneles de Castielfabib se hallan en la carretera comarcal que atraviesa los peñascos sobre los que se asienta la villa y el castillo-fortaleza, según su posición se nombran como túnel de «La Solana» (meridional) y túnel de «La Umbría» (septentrional): el primero posee una longitud aproximada de 50 metros y el segundo unos 60 metros.

Fueron labrados en la roca viva del monte con los medios de entonces, a base de pico, pala y barrenos que se colocaban por la mañana y se hacían estallar a mediodía. Además de en Castielfabib, los estampidos de los cartuchos se oían en Cuesta del Rato y El Cuervo. En su construcción trabajaron los vecinos de la villa y lugares aledaños, los trabajos duraron varios meses. Primero se abrió el de La Solana, más corto y posteriormente el de La Umbría, que es el más largo.

Ambos túneles se conservan prácticamente como fueron labrados, con escasas modificaciones. Durante la Guerra Civil Española (1936-1939) se abrió una pequeña galería perpendicular en el muro derecho (dirección El Cuervo) del túnel de La Solana, como refugio antiaéreo; actualmente la galería está cegada.

Central Hidroeléctrica de Castielfabib

Ingente obra de ingeniería hidráulica de principios del siglo XX (1914), obra del ingeniero turolense José Torán de la Rad (1888-1932), y una de las más importantes de España en su tiempo, popularmente conocida como «La Central».

Historia:

La primera referencia a un molino en el término de Castielfabib es coetánea a la conquista cristiana de este territorio en 1210, cuando el rey Pedro «el Católico» otorgó un privilegio a la orden de San Juan del Hospital para establecer molinos en el término. Este primer molino se construyó y estuvo por unos años bajo control de la Corona, hasta que este servicio junto con los hornos, fueron arrendados a la municipalidad en tiempos de Alfonso «el Liberal», en el año 1288.

Durante el siglo XIV se establecieron más molinos concedidos por los monarcas. De esa época, también hay referencias al molino de la Villa, al cual se le llamaba «molendinum vetus», es decir, molino viejo. En las siguientes centurias, el molino siguió arrendado por el municipio hasta mediados del siglo XIX que con las desamortizaciones, la municipalidad lo vende a manos privadas, pasando desde ese momento por diferentes propietarios, hasta cesar su actividad a mediados del siglo XX.

Descripción:

El molino de la Villa de Castielfabib se encuentra en la margen derecha del río Ebrón, próximo al camino que tradicionalmente se dirigía a Teruel, en el punto donde se halla el puente del Barrioso, en un tramo en el que se inician las hoces del río Ebrón, estando el edificio del molino literalmente colgado sobre éste.

El edificio principal del molino tenía dos alturas además de la cambra, originalmente con cubierta de una sola agua orientada hacia el cauce del río, así como hay que destacar las arcadas de la planta inferior. En él se mezclan materiales antiguos, como la mampostería ordinaria y enlucida, y otros modernos, como los ladrillos y el cemento.

Arquitectura Religiosa: Espiritualidad e Historia

Castielfabib conserva un impresionante legado de arquitectura religiosa que incluye iglesias, conventos y ermitas, algunas de ellas con siglos de historia y gran relevancia artística.

Iglesia de Nuestra Señora de los Ángeles

Este templo-fortaleza, declarado Bien de Interés Cultural, es un referente del arte gótico y renacentista. Sus murales góticos y su campanario exento del siglo XIV son un deleite para los amantes del arte y la historia.

Asentada en un emplazamiento singular, es representativa de diversos estilos y épocas. La primitiva iglesia data de principios del siglo XIV, con un espacio interior con arcos perpiaños apuntados propios de finales del románico o de un gótico primario.

La Iglesia- Fortaleza de Castielfabib constituye uno de los edificios más representativos del Rincón de Ademuz. Esta iglesia gótica se desarrolla en la torre del castillo, lo que permite dominar una amplia panorámica sobre el valle del río Ebrón.

En sus orígenes, servía como protección de la seguridad de la población en dos de sus accesos más importantes.  Son destacables las importantes muestras de pintura mural gótica descubiertas en las capillas laterales cubiertas con bóvedas de crucería, durante las tareas de restauración.

La particular morfología de la iglesia de Nuestra Señora de los Ángeles hizo que los enterramientos en su interior fuesen limitados. Las inhumaciones en la misma fueron corrientes, como se ha demostrado tras las excavaciones en las últimas reformas.

La planta baja era conocida como la Herrería. El uso que tuvieron la primera y segunda planta, desde tiempo inmemorial, se ha venido empleando como almacenes. La planta superior debió aplicarse a casa diezmera y aún se pueden observar inscripciones en sus muros que lo revelan. Entre el tercer y último piso se encontraba el templo parroquial, con la entrada a la iglesia parroquial a través del pasaje abovedado

La planta original de la iglesia tiene forma rectangular, algo irregular, componiéndose de una capilla mayor con testero plano, orientada hacia levante. El tipo de arquitectura es muy reconocido en el ámbito valenciano por su funcionalidad: las iglesias de conquista. Levantadas en las poblaciones que en el siglo XIII se iban ganando al islam y eran necesarios espacios para el culto cristiano. Para ello, los arcos diafragma y las cubiertas de madera son los recursos más efectivos y habituales. En la parte trasera, encontramos una puerta que, originalmente, se empleaba para subir a la torre campanario desde el interior del templo, mediante una escalera colateral a la capilla mayor.

El campanario de Castielfabib responde a la tipología más frecuente en el Rincón de Ademuz. Además, su temprana construcción marcó el modelo a seguir de las torres principales de la comarca. La particular afición de los castieleros por las campanas de hoy en día ya era notoria en esas fechas, como muestran los escritos del obispo Figueroa. De las cuatro campanas que acoge el campanario la decana es la Guillermina, que data de 1673, la cual se emplea actualmente en los volteos humanos (la tradición más representativa del municipio). y en su superficie  puede leerse: SAN GVILLERMO ORA PRO NOBIS ESTA ES LA BOZ DEL ANGEL QVE EN ALTO SVENA AVE MARIA ANO 1673 / S IOHIS…VICENTI…STIONIS DEL GENRIX…ISPITUREITANI

Convento de San Guillermo

Con una historia que se remonta al siglo XIV, este convento fue un importante centro religioso ocupado por varias órdenes, como los agustinos y franciscanos. Aunque en ruinas, conserva su esencia histórica.

De lo que antaño fuera el famoso convento de San Guillermo de Castielfabib, que estuvo habitado por diversas órdenes religiosas a lo largo de su densa historia, tan solo nos queda el montón de ruinas, como vestigio de lo que era la iglesia.

 Separado de la villa por las hoces del río Ebrón, fue construido a finales del XVI por los carmelitas de Aragón. Se vincula el convento de San Guillermo con el personaje de Guillermo de Poitiers (1071 – 1126), duque de Aquitania, quien apoyó a Alfonso I de Aragón, entre 1120 y 1123, en sus campañas militares.

En un principio, fue ocupado por los carmelitas de Aragón en el siglo XVI, pues el convento más cercano a la villa, la ermita de Gracia, estaba ocupada por los agustinos. Pocos años después, fue ocupado por los Franciscanos Observantes de Valencia, quienes lo poseyeron desde 1577 hasta 1835, fecha en que lo desalojaron definitivamente En 1576, se llevó a cabo la erección del convento, diseñado por Tomás Gregori. Estaba dotado de una orientación norte-sur, lo cual resulta extraño, pues con la ausencia de obstáculos de alrededor se permitía sin problemas orientar de manera más canónica el altar mayor hacia levante.

Por lo tanto, el eje principal del templo se situaba paralelo al Ebrón y a la senda que lo bordea, de forma que los transeúntes, al pasar por ahí, contemplaban la banda oeste de la iglesia. Por la banda este y sur del templo se distribuía el convento, y todo el conjunto se hallaba rodeado por huertos cerrados. De aquella iglesia franciscana, levantada sobre el medieval santuario de San Guillermo, todavía pueden distinguirse los tramos rectangulares del cuerpo, con sus capillas laterales que fueron cubiertas por bóvedas vaídas tabicadas y por una cabecera de planta cuadrada abierta a la nave por un arco abocinado. De este modo, los franciscanos se instalaron en el lugar que tenía mayor carga simbólica, pues era en aquel lado del río donde, según la leyenda, San Guillermo había vivido como ermitaño, había hecho penitencia en una cueva cercana, había construído la capilla y, acabados sus días, había sido, finalmente, enterrado en ella.

Desde entonces sólo quedan las ruinas de la iglesia conventual con sus arcadas y capillas de la parte de la epístola y evangelio, así como restos de la torre-campanario y parte de la frontera, que luce pórtico barroco, aunque la iglesia fuera originariamente gótica. Asimismo, restan la cisterna, con su brocal y lavadero, todo en piedra labrada, conjunto ubicado al sureste del convento, donde se hallaba la zona de huertos y corrales del monasterio. Hoy en día se encuentra en un estado de ruina imparable. De todo el complejo sólo es distinguible hoy su capilla, cuyos muros y pocos elementos arquitectónicos dan idea del esplendor franciscano. Otro elemento bien conservado es el brocal de pozo que se halla en las cercanías, rodeado de la huerta del cenobio.

Ermita de la Virgen de Gracia

Datada en el siglo XIV, esta capilla gótica, ahora utilizada como capilla del cementerio, destaca por su sencillez y valor histórico. Está reconocida como Bien de Relevancia Local.

Ermita de la Purísima (Cuesta del Rato)

Erigida como «Ermita de San Diego», comienza a estar documentada a partir del siglo XVIII. Por su proximidad y diversos indicios se la vincula al Convento de San Guillermo de Castielfabib.

Inicialmente, la ermita debió ser un pequeño ermitorio, construido para evitar que los lugareños tuvieran que desplazarse hasta la villa para oír misa.

Esta ermita de tres naves y coro a los pies, alberga en su presbiterio una imagen de la Inmaculada y otro menor para San Diego de Alcalá

Durante la Guerra Civil Española, la ermita fue saqueada y sus elementos mueble y ornamentales destruidos.

Ermita de San Sebastián (Mas de Jacinto)

Edificio humilde construido con mampostería y cubierta a dos aguas. Destaca en su interior una cruz de madera que la tradición asegura procede del Huerto de los Olivos.

Ermita de San Marcos (Los Santos)

La ermita data del siglo XVIII, aunque ha sido reformada varias veces, siendo la última y la que le dio el aspecto actual la acaecida en la década de los 50 del siglo pasado.

Es una construcción realizada a base de mampostería y piedra. La entrada a la ermita se encuentra entre dos contrafuertes de un paramento lateral. Tiene anexa una torre-campanario de un solo cuerpo, con una cubierta piramidal. En el campanario se hallan dos campanas de fundición reciente, la campana Los Santos,​ fundida en 1991, con un diámetro de 56 cm y un peso de 102 kg, y la campana Lucía, fundida en 1975, con un diámetro de 61 cm y un peso de 131 kg.

Esta ermita ejerce funciones parroquiales y de ella destaca su esbelta torre-campanario.

Iglesia de San Joaquín y Santa Bárbara (Arroyo Cerezo)

Templo parroquial de Arroyo Cerezo, aldea de Castielfabib. El edificio se halla en el «barrio de Enmedio», propiamente de la Iglesia, y está catalogado como Bien de Relevancia Local.

Patrimonio Arqueológico: Vestigios de las Primeras Civilizaciones

El patrimonio arqueológico de Castielfabib nos permite adentrarnos en la vida de las antiguas culturas que habitaron esta tierra. Desde pinturas rupestres hasta fragmentos romanos, cada hallazgo narra una parte de su historia.

Abrigo de las Lomas de Abril

Ubicado en El Rodeno, este lugar alberga pinturas rupestres neolíticas, acompañadas de restos arqueológicos y arquitectura tradicional ligados al mundo agrario.

Las pinturas prehistóricas que podemos admirar en estos abrigos de roca son las únicas descubiertas hasta ahora en el Rincón de Ademuz. Pertenecen al arte rupestre levantino, que se estima fueron pintadas hace unos 9.000 años y están protegidas por la legislación estatal y autonómica, declaradas BIC (Bien de Interés Cultural). Su descubrimiento data de marzo de 2014, por Ricardo Canet García, miembro de la cuadrilla contra incendios nº 18.

En la zona de los Corrales de los Fantasmas existe un conjunto de construcciones de arquitectura tradicional, que servían de residencia temporal a los agricultores en momentos puntuales del ciclo agrario. Así mismo, perviven restos arqueológicos de interés: un muro defensivo y un conjunto de piedras a modo de petroglifos, presuntamente utilizados como hornos para la extracción artesanal del aceite de enebro de la miera.

Ara Votiva del Castillejo

Fragmento de una lápida romana del siglo I d.C., esta pieza es un testimonio tangible de la presencia romana en la región.

El ara votiva del Castillejo es una piedra labrada con una inscripción latina del siglo I d.C., descubierta en 1955 en la partida del Castillejo, cerca de Los Santos, una aldea de Castielfabib, en la provincia de Valencia, España. El hallazgo se produjo durante la construcción de una pista que conduce a la aldea desde la carretera N-420. Posteriormente, en 1971, la pieza fue redescubierta y donada al Museo de Prehistoria de Valencia, donde se encuentra actualmente expuesta.

El ara está confeccionada en piedra caliza blanda de origen local y presenta dimensiones de 45 cm de altura, 29 cm de ancho y 18 cm de grosor. Aunque carece de elementos decorativos y está fragmentada, conserva la parte central correspondiente al área epigráfica. La inscripción, en latín, está dedicada a la diosa Diana y fue realizada por un individuo llamado Lucio Cecilio. Este tipo de ofrendas eran comunes en la época romana, utilizadas para agradecer favores o cumplir promesas a las deidades.

El descubrimiento del ara votiva en la partida del Castillejo sugiere la posible existencia de un lugar de culto romano en la zona, aunque no se han encontrado más evidencias arqueológicas que lo confirmen. El topónimo «El Castillejo» podría indicar la presencia histórica de una estructura fortificada o torreón en el lugar. Este hallazgo es significativo, ya que representa la única muestra arqueológica romana conocida en el área de Castielfabib, aportando valiosa información sobre la presencia y actividades de los romanos en esta región.

La inscripción del ara, al estar dedicada a Diana, deidad asociada a la caza y la naturaleza, podría reflejar la importancia de estas actividades en la vida cotidiana de los habitantes romanos de la zona. La conservación y exhibición de esta pieza en el Museo de Prehistoria de Valencia permiten a los investigadores y al público en general apreciar y estudiar este testimonio de la historia romana en la Comunidad Valenciana.

Necrópolis de la Nava

En Corrales de la Nava, al noroeste de la población, se hallaron dos necrópolis iberas —una en Los Corrales y otra en La Umbría— y un castro ibero en el cerro de La Morrita, datados entre los siglos siglo VII a. C. y siglo IV a. C.

Fiestas y tradiciones de Castielfabib

El patrimonio inmaterial de Castielfabib es un tesoro vivo que refleja la identidad cultural de sus habitantes a través de celebraciones y manifestaciones artísticas únicas.

Semana Santa

La Semana Santa de Castielfabib combina elementos religiosos y paganos con actos como el volteo humano de campanas y la plantación de chopos en la plaza, creando una experiencia única y conmovedora.

Si hay una Semana Santa tradicional y con sabor a “tiempo viejo” en las comarcas valencianas del Turia, es sin duda, la Semana Santa de Castielfabib. Se trata de unos días donde el municipio se acerca a la tradición y el folclore de sus ancestros, con unas costumbres únicas y excepcionales.

La singularidad de esta Pascua es sin duda la mezcla de actos paganos y religiosos en total sintonía, y a pesar de no tener suficientemente documentado su origen.

Cortar los chopos, plantarlos en la Plaza, el canto de la Aurora, la elaboración de los arcos, las cortesías del Domingo de Resurreción, los Mayorales y Mayoralesas son aspectos fundamentales de la fiesta; pero una de las señas de identidad es el bandeo de campanas y sobre todo el volteo humano que se realiza el domingo por la mañana.

  • Domingo de Ramos: El Domingo de Ramos constituye el inicio de la Semana Santa. Es en este día donde se anuncian durante la misa los nombres de los Mayorales y Mayoralesas, que serán los jóvenes encargados de guiar todas las actividades los próximos días.
  • Jueves Santo: El jueves es la antesala de los días centrales de la fiesta, aquí comienzan los preparativos por parte de los Mayorales, Mayoralesas, familiares y vecinos de manera que todo esté listo para la celebración de la Pascua castielera.

 

  • Viernes Santo: Es el día en que se cortan los chopos en la ribera del Ebrón y se suben a la Plaza de la Villa a hombros de los mozos y mozas del lugar, para ser “plantados” al día siguiente. Una vez en destino se empiezan a pelar los troncos de chopo para el día siguiente.

Una vez llegada la noche se celebra el Entierro, momento en el cual la imagen yacente de Jesucristo y la Virgen de los Dolores  son portadas a hombros  de Mayorales , acompañados por las Mayoralesas.

Originariamente, los árboles eran dos pinos que los mayorales, con el apoyo de familiares y vecinos, cortaban y traían arrastrados por caballerías desde la montaña hasta la Plaza de la Villa.

Esta tradición se asocia a un rito precristiano relacionado con la fertilidad donde se daba la bienvenida a la primavera, en este caso reconvertida en un acto más de la Semana Santa.

  • Sábado Santo: Durante la mañana se terminan de pelar los chopos, se pintan, si es el caso, y se hacen los hoyos donde posteriormente se plantarán. El último paso será colocar las puntas de campos troncos una copa de pino, también llamadas “cocotas” emulando al origen de la tradición.

Por  la tarde, se procede a “plantar” los dos chopos con la ayuda de toda la población, vecinos y visitantes, con gran tensión y atención por parte de todos. Es al final de todo cuando algún joven se encarama para desatar las cuerdas empleadas para levantar el chopò.

De forma paralela, durante el día se confeccionan tres arcos elaborados con sargantillo y recubiertos con ramas de sabina. El de mayor tamaño se coloca entre los dos chopos ya plantados, coronado con una cruz de naranjas o sabina. Los otros dos arcos se ubican en las puertas de las casas de las Mayoralesas.

A las 00.00h de la noche, una vez resucita Jesucristo según la tradición, comienza la música que amenizará la velada

Cuentan que antiguamente, dichos troncos se pintaban de cal en forma de espiral alternando el color blanco con azul, verde o rojo y se colgaban obsequios como recompensa a  aquellos que subían a recogerlos y al paso desataban las cuerdas. Esta tradición ha sido recuperada recientemente.

  • Domingo de Resurrección: A las 5h de la madrugada, comienza el “Canto de la Aurora” por las casas de Mayorales y Mayoralesas. La rondalla formada por vecinos y visitantes de la villa es obsequiada con pastas, dulces y licores.

A las 8h de la mañana tiene lugar “El Encuentro”, donde la Virgen María  se encuentra con su hijo Jesucristo bajo el arco de sargatillo y los chopos “plantados” el día anterior en la Plaza de la Villa. Las imágenes son portadas por los Mayorales acompañados por las Mayoralesas, y previamente al acceso de la Virgen en la Plaza, se realizan unas reverencias con un guión, las Cortesías. Acompañan a la Virgen las “floreras” niñas que van tirando flores a su paso. Al terminar El Encuentro se canta la canción “Oh que mañana de pascua”.

Acompañando a la procesión, se realiza el bandeo de campanas, con el singular volteo humano. En él, los mozos del pueblo se aferran al yugo de la campana Guillermina de la Iglesia Nuestra Señora de los Ángeles para ser volteados junto a ella.

Tras la misa se ofrecen chocolate con pastas para todo aquel que lo desee.

Las Mayoralesas van vestidas con el traje tradicional formado por una saya y corpiño negro, peineta, mantilla negra y un mantón.  Los Mayoraleses llevan traje, si bien antes llevaban la vestimenta tradicional de la comarca, una parte de la tradición que en está en proceso de investigación para ser recuperada.

Noche de las Hachas

Esta festividad de finales de agosto llena las calles del casco antiguo con antorchas, música y representaciones artísticas, destacando la creatividad y el folclore local.

Tras el pregón de apertura en la Plaza de  la Villa y el apagado del alumbrado público, el fuego ilumina las calles de Castielfabib a través de las antorchas o “hachas”. Es entonces cuando comienza el recorrido por los lugares más emblemáticos y se realizan pequeñas representaciones de diversas disciplinas escénicas.

En la segunda parte de la fiesta, diversos grupos musicales de la comarca, representan  parte del cancionero  y bailes tradicionales del Rincón de Ademuz, con el afán de poner en valor el patrimonio cultural inmaterial local.

Volteo humano

Se trata de la tradición más representativa del municipio. Consiste en que los mozos del pueblo se aferren al yugo de la campana de la iglesia de Nuestra Señora de los Ángeles para ser volteados junto a ella.

Tienen que proteger bien la cabeza y utilizar toda la fuerza de sus manos y pies para sujetarse bien a La Guillermina. La habilidad de los mozos es imprescindible para lograrlo, como también lo es la de los vecinos encargados de mover las campanas.

El templo de por sí ya es alto y los metros que añade la torre del campanario hacen todavía más temible la hazaña festiva. Lo más difícil es cogerse a la campana en pleno volteo y soltarse sin pararla cuando uno quiere abandonar la demostración de valor. También hay quien se empeña en hacer el volteo en los dos sentidos, hacia adelante y al revés en sentido inverso.

Estamos hablando de una costumbre popular que, aunque muy arraigada, no se sabe con total certeza cuál es su origen, pues tan sólo se han encontrado documentos que remiten al siglo pasado y, sin embargo, la creencia popular transmitida de generación en generación afirma que proviene de la época medieval.

El volteo humano de campanas suele darse sobre todo en Semana Santa, pero también se dan en otros momentos del año, como San Guillermo que, al igual que la Pascua, es un festejo religioso. Sin embargo, hay que apuntar que la tradición es más bien de carácter profano. La popularidad de este acto es tal que empieza a ser habitual en las fiestas patronales, así como en los distintos homenajes que se celebran en la localidad.

La particular afición de los castieleros por las campanas de hoy en día ya era notoria en el siglo XVIII, como muestran los escritos del obispo Figueroa. De las cuatro campanas que acoge el campanario, la decana es la Guillermina, con un peso de 450 kg y una boca de 92 cm. La misma data de 1673, y hoy en día es la que se emplea en los volteos humanos.

El toro de fuego

El toro de fuego es un armazón metálico, que imita la forma de un toro, sobre cuyo espinazo se coloca un bastidor con petardos (borrachos o buscapies). Muy utilizado en los festejos del municipio.

Antiguamente, además del toro de fuego, también se realizaba la denominada cordà, pero con el tiempo, sólo ha quedado en la tradición el primero. 

Es transportado por una persona, que tras encender una mecha, corre por las calles de la misma Plaza de la Villa, persiguiendo a la gente asustándoles con las chispas que van soltando sus diferentes elementos.