Patrimonio cultural

Vallanca: Un legado cultural entre historia y tradición

Vallanca conserva un valioso patrimonio cultural donde destacan la Iglesia Parroquial de Nuestra Señora de los Ángeles, con su impresionante decoración barroca, y la Ermita de San Roque, epicentro de festividades locales y representando un espectacular mirador con vistas panorámicas. Además, construcciones como el Molino de la Tosca, la Casa Pósito y la barraca de Josezón añaden valor histórico al pueblo, haciendo de Vallanca un destino ideal para descubrir la esencia del Rincón de Ademuz. Sus calles empedradas y antiguas viviendas de arquitectura tradicional transportan a otra época, mientras que sus festividades, como el septenario de la Virgen de Santerón y las hogueras de San Roque, mantienen vivas las costumbres locales.

Arquitectura civil: Testimonios de la Historia de Vallanca

La arquitectura civil de Vallanca nos transporta a través de los siglos con edificaciones que reflejan su pasado medieval y su evolución histórica. Cada rincón de su conjunto histórico ofrece un vistazo a su rica herencia, desde las casas tradicionales hasta los restos de sus  fortificaciones.

Molino de la Tosca

En el verano de 2018 el Ayuntamiento de Vallanca se inauguró el rehabilitado Molino de la Tosca, un edificio histórico que atesora parte de la historia de esta localidad del Rincón de Ademuz. Además de su puesta en valor con la recuperación y restauración de su maquinaria original, se habilitó como espacio expositivo de la localidad.

Hasta fechas bien recientes los molinos constituyeron una industria de transformación fundamental para la economía. En ellos tenía lugar la tarea de convertir el grano en harina, producto apto tanto para el consumo humano como el animal. Por la documentación histórica existente se sabe que hasta finales del siglo XVI existía un solo molino en el término de Ademuz, el Molino Real, cuyo origen se remonta como mínimo a finales del siglo XIII y desde entonces administrado por los funcionarios reales. Un privilegio real mandaba que todo el grano que se moliese en el término se hiciese en este molino. A finales del siglo XVI el Molino de la Villa se mostraba obsoleto para dar servicio a una población en constante aumento, por ello, en 1593 se obtuvo la licencia para construir un nuevo molino y un horno de pan en Vallanca. Hacia 1595 este nuevo Molino Real de Vallanca entró en funcionamiento, como lo atestigua el escudo real cuatribarrado que ostentaba en sus muros exteriores. Pero Vallanca contó antaño con varios molinos, no solo el Real. Uno de ellos es precisamente, el de la Tosca, que quizá deba su nombre a la piedra tosca, muy abundante en la zona y utilizada para la construcción del edificio. Estuvo en funcionamiento hasta principios de los años 80 del siglo XX y el último molinero que trabajó aquí fue Evaristo Rodríguez Férriz junto con su mujer Adelina Sánchez Millán. En el exterior, junto al edificio, aún se puede ver la balsa donde se almacenaba el agua.

Museos:

Molino de la Villa

Los orígenes del Molino de la Villa de Vallanca se remontan a finales del siglo XVI. Por aquellas fechas esta población era aldea y formaba parte del Término General de Ademuz.

En 1593 dos de sus vecinos promovieron la construcción de un molino en Vallanca, pero la iniciativa particular no se consumó ya que la villa de Ademuz alegó los fueros antiguos para el establecimiento de molinos y hornos en su Término General, otorgados por el rey Jaime II en 1313. Dado el crecimiento que Vallanca había experimentado, y acabado el proceso judicial, el molino finalmente fue construido a partir de 1595, pero a iniciativa de la municipalidad de Ademuz.

Así fue la forma en la que se gestionó y arrendó hasta el 14 de abril de 1695, fecha en que Vallanca se emancipó de Ademuz, por privilegio de Carlos II, asumiendo desde entonces la propiedad de los edificios públicos que le fueron adjudicados en el proceso de segregación, entre ellos el Molino de la Villa.

Con las desamortizaciones de bienes del común en el siglo XIX, el Molino de la Villa de Vallanca pasó a manos particulares en la segunda mitad de esa centuria y así ha permanecido hasta la actualidad. No obstante, dejó de estar activo a mediados del siglo XX, y desde entonces su deterioro ha ido en aumento paulatinamente, agravándose en los últimos años.

Visitas guiadas:

Lavadero público

Ubicado en un paraje singular, incrustado en la montaña y pegado a la carretera en una curva pronunciada, este antiguo lavadero ha sido testigo de la vida cotidiana de generaciones de Vallanqueros. 

Su estructura, cubierta a un agua, se alimenta de una acequia que lo conecta con los recursos hídricos de la zona, brindando un refugio donde antaño las mujeres del pueblo lavaban la ropa mientras compartían historias y momentos del día a día. A solo 30 metros de distancia se encuentra el Molino de la Villa, hoy convertido en un museo, lo que convierte a este rincón en una parada obligatoria para quienes desean sumergirse en la esencia rural y el legado histórico de Vallanca.

Museos:

Arquitectura popular

La villa de Vallanca cuenta con numerosos rincones con encanto. Un buen número de casas todavía lucen su aspecto original, con las técnicas constructivas vernáculas, que se hallan entre las mejores del Rincón de Ademuz.

Rutas culturales:

Barraca de Josezón

En cuanto a las edificaciones en el ámbito rural del secano Vallanquero destaca la Barraca de Josezón, una notable construcción de piedra seca, paradigma de las existentes en diversos puntos del Rincón de Ademuz

Dichos edificios entroncan con las construcciones protohistóricas y de tradición celta, y fueron erigidas como refugio de agricultores y pastores en distintos momentos históricos de la expansión ganadero-forestal y agrícola de la comarca.

Ruta Cultural:

Casa Pósito

Antiguo almacén municipal de granos, es un edificio que data de mediados del siglo XVIII. Actualmente acoge la agencia de lectura municipal.

Rutas culturales:

Arquitectura Religiosa: Espiritualidad e Historia

Vallanca conserva un impresionante legado de arquitectura religiosa que incluye iglesias y ermitas, algunas de ellas con siglos de historia y gran relevancia artística.

Iglesia parroquial de Nuestra Señora de los Ángeles

La parroquia de Vallanca se halla entre las más antiguas del Rincón de Ademuz, documentándose su dezmería ya en el primer tercio del siglo XIII.

No obstante, el templo parroquial que hoy podemos contemplar, que vino a sustituir al antiguo, tomó su aspecto definitivo al final del siglo XVII. Se trata de un edificio barroco que posee planta longitudinal, con ancha nave central y seis capillas laterales comunicadas entre sí. De su interior lo más destacable es la utilización de la decoración en esgrafiado, cuyos motivos son característicos de la última década del siglo XVII y están realizados en blanco sobre fondo negro. Aunque presentes en otros templos comarcales los esgrafiados de la iglesia parroquial de Vallanca se desarrollan con especial amplitud y perfección y son, sin duda, los mejor conservados en aquel ámbito local.

Rutas culturales:

Ermita de San Roque

Erigida originalmente bajo la advocación de la Santísima Trinidad, su construcción tuvo lugar durante el primer tercio del siglo XVII. La planta en forma de cruz latina.

Del exterior sobresale su portada, consistente en un sencillo arco de medio punto de amplio dovelaje, así como las numerosas cruces de talla insertas en los muros, cuatro de las cuales aluden a su advocación trinitaria original. 

Las vistas panorámicas desde este punto son sencillamente espectaculares.

Rutas culturales:

Iglesia parroquial de San Antonio de Padua

Situada en Negrón, aldea de Vallanca. La estructura del edificio del siglo XVIII es de una simpleza franciscana: planta rectangular, dividida en tres tramos que constituyen capilla mayor, cuerpo y coro. Desde 1868 la ermita de Negrón adquirió el rango de iglesia parroquial, servida por un rector.

Ermita de la Virgen de Santerón

La ubicación de la ermita de la Virgen de Santerón reúne suficientes características (naturales, geográficas, arquitetónicas, rituales…) para ser considera un lugar especial, incluso mágico, extraordinario, sorprendente.

Posee un recinto anexo situado a los pies, correspondiente a la antigua «casa del ermitaño», y otras construcciones abiertas por delante a ambos lados, para refugio de los animales, formando placeta en torno a la entrada, con una umbrosa noguera (Juglans regia) que la sombrea.   En los Septenarios, fiesta que tiene lugar cada siete años, denominada Romería de Santerón, se realiza una subida a por la Virgen con bajada de la imagen hasta Vallanca, celebración del novenario y retorno a su santuario.

Rutas culturales:

Fiestas y tradiciones de Vallanca

El patrimonio inmaterial de Vallanca es un tesoro vivo que refleja la identidad cultural de sus habitantes a través de celebraciones y manifestaciones artísticas únicas.

Septenario de la Virgen de Santerón

FIESTA DE INTERÉS TURÍSTICO AUTONÓMICO

Cada siete años, del 16 al 26 de septiembre se celebra el Septenario de la Bajada de la Virgen de Santerón a la Villa de Vallanca. Se baja a la Virgen a hombros, desde su ermita situada en término de Algarra (Cuenca) hasta la Villa de Vallanca.

Durante los nueve días siguientes tienen lugar las llamadas Fiestas Gordas, en las que Vallanca se convierte en la capital espiritual y festiva de las tierras del Rincón de Ademuz. El XLIII septenario tuvo lugar entre el 16 y el 26 de septiembre de 2019 y el próximo, que será el XLIV, se celebrará el próximo 2026.

Según la tradición, su origen se remonta al siglo XVI, cuando los habitantes de Vallanca fueron salvados de una terrible epidemia, gracias a la intercesión de la Virgen de Santerón. Sus habitantes decidieron acudir a la ermita de la Virgen, construida ésta en un pequeño valle interior de la sierra de Santerón, en el municipio de Algarra (Cuenca), justo donde la tradición situaba la aparición de la Virgen a un pastor de Vallanca en el siglo XIII.

Pensaron entonces llevar la imagen a la villa para dedicarle un novenario y que intercediera por ellos. Tras esto, los enfermos mejoraron milagrosamente, la sequía remitió y la epidemia desapareció. Cuando los vecinos devolvieron la imagen a la ermita prometieron, en agradecimiento a la Virgen, repetir el rito cada siete años a perpetuidad, y así ha sido sin interrupción hasta nuestros días.

Rutas culturales:

Hogueras de San Antón

La festividad comienza a las 8 de la tarde con el volteo de campanas en la iglesia parroquial, indicando el momento del encendido de las hogueras. Cuando las llamas comienzan a bajar es el momento en que los mozos comienzan a saltarlas, vinculando este hecho con ancestrales tradiciones paganas de invocación a la fertilidad.

El viernes más cercano al 17 de enero, a las 20 h en cada barrio se encienden las hogueras donde los vecinos se reúnen para celebrar la festividad del santo. Antiguamente una persona ó familia regalaba un gorrinico el día de San Antón, que se soltaba por las calles, comiendo de casa en casa y se subastaba al año siguiente. El día 17 se celebra la Misa del Santo.

Recientemente nuestras Hogueras de San Antón han sido incluidas en el Patrimonio Cultural de la Generalitat Valenciana dentro del Inventario Sectorial de Bienes Inmateriales:

Una vez extinguidas, sus brasas son aprovechadas para cocinar carnes, embutidos y sobre todo las afamadas patatas asadas que no faltan durante toda la noche. Todo ello acompañado de las bebidas propias de esta festividad, que son el vino de bota y la limonada (ponche típico del pueblo).

Y en toda festividad no pueden faltar la música y los cantos que son interpretados por todos los asistentes, amenizando la larga y fría noche festiva. La celebración concluye al día siguiente con una comida popular.

Hogueras de San Antón: Incluidas en el Patrimonio Cultural de la Generalitat Valenciana

San Roque

La devoción a este santo es muy antigua y está vinculada, muy probablemente, a la protección contra la peste y demás epidemias. El día 16 por la mañana sale de la parroquia la procesión con los santos Abdón y Senén (Santicos de la Piedra) rumbo a la ermita de San Roque, siendo el acto más esperado de todas las fiestas.

Una vez allí se deja a los santos (a los Santicos de la Piedra) y se recoge la imagen de San Roque que es portada hasta la iglesia parroquial. Por la tarde se vuelve a subir al santo patrón a la ermita, esperando su salida hasta el año siguiente.

Encuentro de Pita y Caja

Vallanca cuenta, con una rica tradición musical popular, única en la comarca. Los expertos dulzaineros vallanquenses eran reclamados antaño en todas las fiestas del Rincón de Ademuz para animar bailes, solemnizar procesiones e intervenir en cualquier acto festivo.

En el año 2017 nace el Encuentro de Pita y Caja, tras la idea propuesta por un particular al Ayuntamiento y con la colaboración de los Piteros de Negrón, como puesta en valor de nuestra rica tradición musical. Un encuentro con idea de mantenerse en el tiempo, celebrándolo siempre el primer sábado del mes de mayo para desestacionalizar los eventos comarcales, y queriendo ser un referente cultural en Vallanca y en la comarca.